A Gibrán y Giovani

A ustedes rescatistas
de calladas cantantes
Les escribo estas palabras:

De la guitarra y el cajón
nació la voz
Después del silencio
llegó la canción

Mentiritas

Mentiritas
No te hieren
No me hieren
Las medias verdades entre dos
son mentiritas.
¿Mentiritas blancas?
No sé...
Blancas son las nubes
Y dentro guardan torrenciales lluvias
Blanca es la nieve que hiela quitándome las ganas
Blanco era el caballo de Napoleón
Blancos son los cabellos cansados de los años
Blanco son los alrededores del iris que me mira mintiendo
Blancas son las sábanas estériles de los hospitales
Blancas son las manos del que agita el látigo contra el esclavo
Blanco es el suelo que pisoteamos
Blancos se quedan los corazones cuando no quedan verdades para contar
Blancas son nuestras mentiritas
No te hieren
No me hieren
Mentiritas...
Mentiras

Escribirte Hombre Quiero

Andas en mi vida
Como leve rueda
Llevándome a las esquinas más salinas
Das a probar fortines y quebradas
Te observo
Como se observa al amado
Te Amo
Como se ama al amado
No eres el amado
Eres el otro
Eres al que le escribo
Tu cuerpo infinito
Alcanza cerezas del árbol de Río Piedras
Y si quisieras, clichosamente me alcanzarías las estrellas

Pero NO...

Tenemos los pies en la tierra
Nos ensuciamos caminando
Miramos hacia el lado
Conversamos con otros
sobre viajes a lejanas tierras
Estamos tan cerca
Estamos tan cerca del amor

Pero NO...

Estamos en la tierra y te escribo.

Fernando

No necesitaba ni de ángeles ni de silencios
Era un hombre como otros hombres y ninguno.
Era un hombre de palabras y de vez en cuando de palabra.
Más las veces que el cuando.
Caminó. Como pocos caminó.
Caminó perdiéndose para encontrarse.
Puede que en sus últimos hálitos de vida
haya encontrado lo que andaba buscando.

(Este poema es para el padre de uno de los hombres que más amo. Su cuerpo sonoro ya no nos acompaña. Fue la única persona que vió mi obra dos veces. Era mi fanático número uno. Lo quise desde la primera vez que lo ví.)

Descanse como quiera descansar Don Fernando.